sábado, 16 de mayo de 2009

Magia en San Mamés

35.000 aficionados abarrotaron 'La Catedral' y se desgastaron en cánticos de ánimo para vivir una noche única. 

Jóvenes en su mayoría disfrutaron de un espectáculo formidable diseñado por BBK.



bilbao. Y le dirá el aita a su niña que vivió la primera final del Athletic -de las muchas que vinieron después- del siglo XXI. Le contará que estuvo viendo al equipo rojiblanco en una final después de 25 años, que fue la primera que él pudo disfrutar. Él, que formaba parte de la generación del mp4, del messenger, del tuenti, de la que creció en una espiral silenciosa de éxitos. Le resumirá que fue un partido en el que se enfrentaban al mejor equipo del mundo y que lo demostró con creces. Le explicará que todo un país se volcó de una manera que escapaba al raciocinio porque era puro sentimiento. Le comentará que estuvieron viendo el encuentro en vivo y en directo, pero a 633 kilómetros de donde se disputaba. Le confesará que estuvo en San Mamés y que las emociones invadieron cada recoveco de su cuerpo. Sí, que vio la final en su campo porque la BBK cocinó un escenario con la receta de la fascinación.

Y es que al ambiente que se respiró ayer en La Catedral fue extraordinario. Dentro de años, décadas, todo el mundo sabrá qué hizo el 13 de mayo de 2009, dónde vio un histórico partido, cómo fue esa jornada sensacional. Y las seis pantallas gigantes, las 35.000 voces, las actuaciones musicales, los sorteos, la fiesta, en definitiva de San Mamés quedará perpetua en las almas de los que allí estuvieron presentes. A pesar de la contundente derrota, sí. Jóvenes, en su mayoría, que adornaron el feudo rojiblanco y sus extensibles aledaños como si del día más grande de Aste Nagusia se tratara. Pero era el día grande del Athletic. También algún veterano, alguno que ya había paladeado otros momentos que se estancan en la memoria. Perpetuos.

El Mentón de Fogarty, la Mala Rodríguez y el animador descontaban los momentos previos a la gran final. Instantes de nervios que fueron apaciguados por la música y los cánticos de apoyo a los hombres de Caparrós. Y para que nadie se perdiera, en la entrada se repartían pequeños libretos con todas las letras de las canciones. Un espectáculo que incluyó sorteos de 100 cámaras de fotos y dos abonos del Athletic para la próxima campaña. Papeles blancos y rojos aguardaban en los asientos de cada aficionado, esperaban a que los conductores del evento, inédito, dieran la orden de formar un mosaico. Y la dieron. Y San Mamés quedó fragmentado en franjas rojas y blancas. Precioso. A las 21.00 horas, cuando las agujas del reloj se adentraban en su última vuelta, globos con los colores protagonistas emprendieron su viaje hacia el cielo, y con ellos volaron los deseos de los seguidores bilbainos. Un saludo especial de Pepe Domingo Castaño desde la Cadena SER, encargada de retransmitir el partido, suponía ya el descuento para el inicio del choque. La noche ya había caído y la magia de San Mamés esperaba para ser esparcida. Las luces iluminaban La Catedral y la instantánea era de enmarcar. Un campo engalanado como en las mejores citas se preparaba con el cosquilleo en el estómago de todos los asistentes. Y el duelo empezó y lo hizo de la mejor manera posible. Tras un saque de esquina botado por Yeste, Toquero remató de cabeza al interior de las mallas. 1-0. Locura. Éxtasis. El tanto del gasteiztarra fue celebrado por todo lo alto porque encima era el gol del lehendakari. Desenfreno. Felicidad máxima que duró más de veinte minutos, cuando llegó el empate de Touré, entonces el ánimo mermó, pero la hinchada seguía eufórica, como si sus jugadores la escucharan. Tras el descanso y el pertinente bocata, llegó un segundo tiempo que embajonó a la afición. El Barça se lució y se llevó la Copa. Pero los fieles rojiblancos no cesaron en su apoyo: "Athletic, beti zurekin". Fidelidad. Una nueva noche mágica en San Mamés.







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