miércoles, 24 de febrero de 2016

El busto de Pichichi


Quintín de la Torre y Berasategui fue un artista que nació en Bilbao en 1877 y se formó durante muchos años en París, algunos de ellos gracias a una beca de la Diputación de Bizkaia. Allí conoció la obra de grandes artistas como Rodin y Meunier. Su padre había sido uno de los héroes en la liberación de Bilbao junto al General Concha, el 2 de mayo de 1874.

De la Torre se convirtió en gran amigo de Miguel de Unamuno, a la sazón, tio abuelo de Rafael Moreno, Pichichi, así que en 1926, cuando recibió el encargo del Athletic para realizar un busto en honor del futbolista fallecido cuatro años antes, sabía perfectamente a quién iba dedicado el recuerdo. Tal vez no supiera, aunque lo llegó a intuir porque murió en 1966, que ese busto sería objeto de la veneración de todos los equipos que pisaban por primera vez San Mamés.

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Pichichi era un mito desde su fallecimiento por unas fiebres tifoideas provocadas por consumir ostras en mal estado, así que en Bilbao se promovió la construcción de un monumento en su memoria. Los socios del Athletic y también algunos aficionados que no lo eran, aportaron parte de la cantidad que le costó al club, que corrió con el resto de los gastos, la creación de la obra de arte que se iba a colocar en San Mamés.

El presidente rojiblanco en aquella época era Ricardo de Irezabal, que fue el encargado de hablar con el artista De la Torre, que en apenas unos meses terminó el encargo, un busto de color negro, muy bien logrado, que reflejaba la fisonomía del interior derecha rojiblanco, el futbolista que había conseguido el primer gol en la historia de San Mamés.

Una vez realizado, el club buscó la ubicación más adecuada para colocarlo. Se decidió situar el busto en la Preferencia norte, en una de las esquinas, la más cercana a la tribuna principal, entonces de madera. La estatua daba la espalda a la Santa Casa de Misericordia y estaba colocada sobre un pedestal de mármol.

El club organizó un partido para inaugurar el busto. Estaba fijado para el domingo 5 de diciembre a las tres de la tarde, pero el intenso aguacero que cayó sobre Bilbao y anegó el césped de San Mamés, impidió que el partido pudiera jugarse en la fecha prevista. El Athletic avisó al Arenas de Getxo de que el choque se jugaría, si el tiempo no lo impedía, tres días más tarde, el miércoles 8 de diciembre de 1926. Eso sí, Carmelo, jugador del Athletic, y Perico Vallana, capitán del Arenas, no pudieron acudir a la segunda fecha puesto que debían acudir a un entrenamiento de la selección española en Zaragoza.

Aún así, el homenaje a Pichichi se celebró con la grandiosidad que merecía el acontecimiento. Cuenta el periodista Rolando en El Liberal, el mismo que, según la historia rojiblanca, puso a los jugadores del Athletic el apodo de leones, que «las grandes y merecidas simpatías que el simpar interior derecha del Athletic -en la edad de oro del club-, conquistara en vida, viéronse reflejadas por el entradón enorme registrado ayer y en la emoción del sencillo y solemne acto de descubrir el busto erigido a su memoria y colocar al pie gran número de coronas y ramos de flores».

Según Milton, el cronista de El Noticiero Bilbaino, «la Vizcaya futbolística se sumó a uno de los homenajes más justos tributados en el deporte. La historia futbolística de Pichichi vive tan intimamente en los aficionados que no necesita apologistas».


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La comitiva oficial partió de la tribuna principal. Los jugadores del Athletic y el Arenas, la junta directiva del club y representaciones oficiales de la Federación Vizcaína de Fútbol, el Colegio de Arbitros y la Asociación de Periodistas Deportivos se unieron frente al monumento.

El busto de Pichichi se encontraba rodeado de los banderines de los equipos que habían pasado por San Mamés, y los trofeos conseguidos por el club a lo largo de una historia que en aquellos tiempos ya superaba con amplitud el cuarto de siglo. Careaga, capitán del Arenas, y Legarreta, capitán del Athletic, depositaron sendos ramos de flores junto a la efigie del futbolista desaparecido.

También lo hicieron los representantes de los equipos reserva e infantil del Athletic; el capitán del del equipo de hockey de la entidad rojiblanca, el colegio de árbitros, el Racing Club, el Baracaldo y la Real Sociedad. Tomó la palabra el recién elegido presidente del Athletic, Ramón de la Sota, que leyó dos cuartillas dedicadas a la memoria de Pichichi. Según los periodistas que cubrieron el acontecimiento, en lo que todos coinciden , fue en que el momento más emocionante de la tarde llegó cuando Germán Echevarria, jugador del Athletic y compañero y amigo de Pichichi, se adelantó y descorrió la bandera con los colores del club, que hasta ese momento había cubierto el busto.

«El público, altamente emocionado, prorrumpió en aplausos», escribía «Penalty», el periodista de El Nervión, diario de la noche, que apenas cuatro horas después distribuía su edición por Bilbao.

El Athletic le ganó 7-2 al Arenas y Germán, el amigo de Pichichi, fue el autor del primer gol rojiblanco. Después, los futbolistas y los directivos de los clubes que acudieron al acto, fueron obsequiados con un lunch.

Pero el homenaje a Pichichi se prolonga en el tiempo. Hasta nuestros días. Todavía, los equipos que acuden por primera vez a San Mamés, colocan un ramo de flores junto al busto del mito, enclavado ahora en la entrada del túnel de vestuarios. El primero, el capitán del MTK de Budapest, el 1 de enero de 1927. Una tradición respetada y recordada. Lo explicó Alex Ferguson, en su última visita a Bilbao: «Yo jugué aquí en este campo hace muchos años. Pusimos un ramo de flores en una estatua». La de Pichichi.


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