sábado, 14 de mayo de 2011

Los pilares de 'La Catedral'

Desde su inauguración, hace casi un siglo, San Mamés simboliza la fuerza de un sentimiento único


IVÁN ORIO | BILBAO..-

Con varias Copas ya en el bolsillo iniciado el siglo XX, el Athletic aún disputaba sus partidos en Lamiako, primero, y Jolaseta, después, y había llegado el momento de que la modernidad deportiva importada de Inglaterra sustentara los cimientos de un campo en Bilbao. Por dos motivos fundamentales: para que los futbolistas se profesionalizaran y acudieran a los entrenamientos con asiduidad y para que los aficionados, cuyo número crecía ya de forma imparable en la villa, tuvieran un estadio de referencia. Los dirigentes se pusieron manos a la obra y, después de meses y meses de cálculos y de búsqueda intensa de una ubicación, se eligieron unos terrenos situados al final de la Gran Vía de los herederos de Novia Salcedo. La parcela lindaba con el asilo de San Mamés, lo que dio nombre a un terreno de juego presupuestado en 50.000 pesetas -el precio final se encareció hasta las 90.000- y con un aforo inicial de 3.500 espectadores.

El club encargó el proyecto al arquitecto bilbaíno Manuel María Smith Ybarra, que realizó numerosas construcciones para la burguesía vasca y que es considerado como el introductor del estilo inglés en Euskadi. Los trabajos se inauguraron con toda solemnidad en enero de 1913, con bendición incluida, y concluyeron en verano. José María Mateos, «uno de los más entusiastas críticos de la época», como se le define en los tomos 1 y 2 de 'San Mamés, La Catedral', redactaba lo siguiente: «El nuevo campo, ¿estupendo? Estupendo es poco. ¿Maravilloso? Maravilloso no me parece bastante. ¿Colosalísimo? Puede que más sea ése el juicio que ha merecido el campo de football que ayer inauguró el Athletic a los millares y millares de personas que se extendieron por graderías y paseos de aquel encantador jardín».

Ese día empezó a escribirse la historia de 'La Catedral', el símbolo de un sentimiento único que creció a la vez que el equipo y que llenó de anécdotas y episodios épicos cada uno de sus recovecos. El 21 de agosto de 1913 se disputó el primer partido en San Mamés entre los locales y el Racing de Irún. Los elogios al recinto fueron unánimes. Berraondo, el árbitro de la contienda, afirmó: «Sólo el campo del Chelsea inglés puede compararse con éste. Ni el Cristal Palace ni ningún otro». Una década después, el club remodeló el estadio. La tribuna fue ensanchada, se construyó la grada de Capuchinos, se amplió la preferencia y la general ganó asientos para 9.500 seguidores. «Nos produjo gratísima impresión la reforma. También nos impresionó el terreno de juego, cubierto en todas sus partes de hierba», explica un cronista de entonces. Y es que el césped empezó a ser conocido como un «vergel florido» entre los equipos rivales.

Fantasma en la General

Resumir lo acontecido en el santuario rojiblanco en sus casi cien años de historia es una tarea hercúlea que raya en lo imposible. Goles, remontadas, ilusiones, decepciones, penaltis, arbitrajes, actuaciones estelares, triunfos, derrotas, fallos clamorosos, tantos instantes inolvidables... Como momentos apoteósicos, los doce goles marcados al Barcelona en la temporada 1930-31. Como inquietantes, el fantasma que, según los periodistas, instauró el mal fario en 'La Catedral' en la campaña 1943-44. «Todos sabemos que en San Mamés había anidado un fantasma maléfico. Llegó con los primeros vientos del otoño y anidó en uno de los refugios que hay en los bajos de la General (...). Allí ha estado hasta ayer a las cuatro menos cinco, hora en que una tromba de aire se lo llevó. Muchos espectadores lo vieron. A esa hora exactamente, la línea delantera del Athletic, en un avance profundo, llevado por bajo, barriendo con el balón la tierra, limpió el campo de maleficios».

A mitad de siglo las obras del estadio avanzan. Los postes de las porterías son ovalados y las camisetas de los futbolistas llevan números. En las gradas empieza a escucharse el grito de «¡fuera paraguas!», un elemento que impide la visión a los llamados 'gabardinas' los días de lluvia y nieve. Y, en 1953, finaliza la instalación de una estructura que, hoy en día, sigue siendo el emblema de 'La Catedral': su imponente arco, un soporte revolucionario para la época que evitaba la instalación de columnas en la Tribuna Principal. Mientras el Athletic acumula Copas en sus vitrinas, San Mamés cumplía sus bodas de oro, celebradas con un espectacular triangular con el Fulham y el Sporting de Lisboa. En 1972, se instalaron los nuevos focos y, con motivo del encuentro entre el Athletic y el Real Madrid, se inauguró la Tribuna Este y fueron admitidos 2.500 nuevos socios.

Finalizado el Mundial de Argentina, Bilbao recibe la gran noticia de que será una de las sedes del torneo que se celebró en España en 1982. La junta directiva asume la responsabilidad de darle al campo un aire internacional, acorde con los nuevos tiempos. El club rojiblanco convoca un concurso de anteproyectos y sale elegido el denominado 'Irrintzi', de Guillermo Anasagasti y los hermanos Francisco Javier y Valentín Galdós. Con un presupuesto superior a los 450 millones de pesetas, San Mamés ampliaría sus localidades desde 40.000 hasta 51.000.

En la campaña 1979-80 se bate un récord de recaudación -26 millones- con la visita del Madrid. El Athletic dio una lección de fútbol. «Cuando los leones se desmelenan y se ponen de acuerdo para dar un recital de fútbol-espectáculo son pocos los rivales capaces de pararles los pies. Su hambre de balón, su fuerza, su 'pressing' y su ambición ofensiva arrasaron materialmente al rival, amilanado frente a aquel caudal de fútbol que lo arrollaba sin miedo». Esta profecía alcanzaría su máximo esplendor con las dos Ligas y una Copa del inicio de los inolvidables años 80. Y la historia continúa. Y continuará con la nueva 'Catedral', tan cerca de la actual...

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